Dejad que los niños se acerquen a los robots

¿Creéis que si “soltamos” un par de robots entre unos cuantos niños, estos se van a asustar?

Me parece que no. Al menos por lo que se puede ver en el vídeo de este artículo.

Los niños de hoy son los adultos del futuro. Un futuro que a los que nos gustan todos estos temas esperamos que esté lleno de robots. Por lo tanto no está de más que además de enseñarles a jugar a “piedra, papel o tijera” les empecemos a acostumbrar a un mundo con robots.

Ya sean pequeñitos y graciosos como los U.Bo, divertidos como el IRobiQ o grandes pero preparados hasta para doblar toallas como el PR2. Siempre que dispongas de unos cuantos miles de euros para adquirir este último.

De todo esto sabe mucho Javier Movellan, el cual lleva la mayor parte de los últimos 30 años jugando con niños y robots.

Niños y un robot Qrio
Niños y un robot Qrio

Javier Movellan trabaja como profesor en la Universidad de San Diego, en el laboratorio que estudia la percepción en máquinas. Javier es psicólogo e investigador en robótica.

Lleva tiempo estudiando la interacción entre niños y robots porque ha encontrado que puede aprender de esta forma a mejorar las dos cosas que le apasionan. Por un lado quiere entender mucho mejor el desarrollo infantil y por otro le interesa aprender a construir mejores robots.

Enseguida veréis en el vídeo algo que Javier lleva viendo ya muchos años. A los niños no les importa demasiado la apariencia humanoide de los robots. Lo que de verdad les gusta es que los robots les proporcionen interactividad y les resulten atractivos emocionalmente.

Rubi Project at UC-San Diego from Tim on Vimeo.

En la entrevista que le ha hecho Wired.com podréis leer cosas muy interesantes.

Nos dice por ejemplo que ya en el año 1987 si hicieron experimentos relacionados con esto. Se colocó un robot similar a un R2D2 delante de niños de 10 meses de edad. Este tipo de robots no tiene apariencia humana. Sin embargo cuando el robot interactuaba con los niños estos empezaban a tratarlo como si fuera humano.

Es decir que la capacidad de interacción o de poder dar respuesta a las peticiones de los niños hace que los robots sean considerados casi como congéneres.

Una de las cosas que intenta ahora Javier es aprender lo que es el amor para poder sintetizarlo y programarlo en los robots. Lo mismo ocurre con la inteligencia. Está muy bien programar un robot para tareas rutinarias pero poder decir que un robot tiene inteligencia es complicado.

De este tipo de cosas se encarga Javier.

La entrevista completa en Wired.


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